“Los mosquitos transmiten la malaria. He traído algunos, y los voy a dejar que pululen por aquí. Es injusto que solo los pobres se infecten”. Esta frase fue la que dije a todos mis compañeros de clase. Se quedaron boquiabiertos, porque no sabían cual o que era esta enfermedad, y yo para demostrárselo las solté, estos mosquitos no eran venenosos, solo quería para que se den cuenta de lo que pasa en los países pobres, como Gap(al sur de África). Varios muertos por esta grave enfermedad. Acordamos toda la clase de que en el fin de este curso de la universidad, elegiríamos Gap, sabíamos que era muy peligroso, pero nosotros también queríamos formar parte de esa gente y así podríamos ayudarles. Así lo hicimos, el 27 de junio fuimos a Gap. Tardamos cuatro horas en avión, pero valió la pena, al llegar allí, había poca vegetación por el clima tan cálido, pero lo peor es que había gente muerta por esta picadura de mosquitos. Nosotros habíamos venido preparados, nos pusimos el buzo, antes de salir del avión y caminamos hacia ese pueblo.
Vimos a gente hambrienta tirada por el suelo, a niños desnudos por la calle…
Todo lo que uno no se puede imaginar.
Nos alojamos en una casa, y empezamos la investigación de esta enfermedad, buscamos durante día y noche, y lo que encontramos fue una cueva donde se reunían todos los mosquitos. Lo que se nos ocurrió fue echarles un insecticidas muy potente para que murieran. Y así lo hicimos, al día siguiente fuimos a verlos y estaban todos muertos. Nosotros ya habíamos acabado con nuestra misión, necesitábamos descansar y lo hicimos en casa de un amigo de allí que se llamaba Chamsdin, estuvimos viviendo con ellos una semana, y ya habíamos decidido volver. Al despedirnos de todos subimos al avión, y un niño de unos cuatro o cinco años venia corriendo hacia nosotros y nos dijo “gracias”.
miércoles, 18 de febrero de 2009
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